Apenas empezando el siglo XX, por ejemplo, María Rojas Tejada, quien había estudiado en el exterior y había ejercido la docencia en
Los años veinte de este mismo siglo conocieron a la líder socialista María Cano, cuya voz y acción constituyeron una ruptura con la imagen y función subordinada de la mujer. María encabezó históricas jornadas por libertades políticas y derechos civiles y fue el símbolo de la organización y de la masiva movilización de los trabajadores.
Otras mujeres profundizaron esa ruptura. Debora Arango, por ejemplo, con la fuerza de sus pinturas de mujeres marginales y desnudos femeninos, desafió al establecimiento patriarcal(2)
Estas tres mujeres fueron resultado de una misma región, Antioquía, de cuyo dinamismo sacaron la fuerza de su rebeldía contra el conservadurismo tradicional. Pero muchas otras, regadas por toda la geografía nacional, fueron también expresión de una época y marcaron los años por venir.
Lo novedoso del período siguiente, desde los años treinta hasta fines de los cincuenta, es que en el contexto de la industrialización surgió en Colombia un movimiento de mujeres defensoras de los derechos civiles y políticos que constituyó la primera expresión del feminismo como lucha organizada. En efecto, en esos treinta años se crearon grupos de mujeres que diseñaron colectivamente sus estrategias de acción y construyeron sus propios periódicos, revistas y programas radiales. Dentro del movimiento se expresaron tanto corrientes conservadoras como tendencias renovadoras, no sólo del papel de la mujer sino de la condición de las mayorías marginadas. Además, varias de las líderes participaron en la lucha por la democracia y se manifestaron contra la incidencia del nazismo y del fascismo que por entonces causaban sus estragos en el mundo.(3)
Los años en que el movimiento se organizó, tuvo su auge y se agotó, coinciden con la hegemonía liberal de
La primera etapa, entre 1930 y 1943, es de toma de conciencia colectiva y de construcción de los primeros espacios feministas. La lucha fue entonces por el derecho de la mujer a administrar los bienes, por su independencia económica dentro del matrimonio, por el acceso a la educación secundaria y universitaria, así como a los cargos públicos. Diversas mujeres publicaron, desde 1929, en Medellín, la revista Letras y Encajes, que sería expresión del sector más conservador del movimiento. En Bucaramanga, se editó, entre 1941 y 1942, la revista mixta Aurora. Algunas escribieron en El Tiempo, periódico bogotano de circulación nacional o en la "página femenina" de El Radical de Tunja. Entre las mujeres que se destacaron en este período se encuentran Ofelia Uribe, Clotilde García y Georgina Fletcher. Esta ultima organizó, en 1930, el Centro de Cultura Femenina y logró, con gestiones ante embajadas y ante el presidente de Colombia, que el IV Congreso Internacional Femenino se realizara en Bogotá ese mismo año. Fueron varios los logros alcanzados en este período. En 1932, se obtuvo el primer reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho mediante
La segunda etapa, la de la lucha por el voto, se desarrolló entre 1944 y 1948 y constituyó el auge del movimiento. Esta vez en tanto sufragistas pusieron en cuestión la ausencia de su voz, de su voto y de su condición de ciudadanas. Para reclamar su participación en la vida política, presionaron desde las barras de
La tercera etapa, comprendida entre 1949 y 1957, se corresponde con la época de la "Violencia" y aún así varias mujeres se hicieron escuchar. Ofelia Uribe, por ejemplo, fundó el semanario
Notas (1) Tres estudios son pioneros en el rescate de la historia de las precursoras del feminismo: Gladys Jimeno, Las Luchas de las Mujeres por sus derechos en el Siglo XX en Colombia, ponencia presentada a un seminario del Instituto Sindical María Cano, 1981; Luz Jaramillo, Anotaciones sobre la doble militancia: feminismo y organizaciones partidarias, en Magdalena León (ed.), La realidad colombiana. Debate sobre la mujer en América Latina y el Caribe, p.176- 189; Patricia Alvear, Elementos para una historia social y política de la mujer colombiana, trabajo para optar al título de socióloga, U.N., agosto de 1983. (2) M.C. Laverde, Una pintora proscrita, en María Cristina Laverde y Luz Helena Sánchez (eds.), Voces Insurgentes, Fundación Universidad Central y Servicio Colombiano de Comunicación Social, 1986, p.69-88. (3) Lucila Rubio de Laverde, Las mujeres debemos impedir la guerra, Ideales feministas, Ed. Nuevo Mundo, Bogotá, 1950, p.77-107. (4) Así lo demuestra Lola Luna, quien establece la periodización que utilizaré, Los movimientos de mujeres: feminismo y feminidad en Colombia (1930-1943), Boletín Americanista, Universidad de Barcelona, Nº35, Año XXVII, 1985, p. 169-190. (5) Magdala Velásquez, Condición Jurídica y Social de la mujer, Nueva Historia de Colombia, IV, Planeta, 1989, p.45. (6) Magdala Velásquez, Aspectos históricos de la condición sexual de la mujer en Colombia, en Laverde y Sánchez, op.cit, p.201.
1 comentario:
Falta incluir acá que este artículo es de Socorro Ramírez, escrito para la revista Fempress en 1991.
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