jueves, 17 de mayo de 2007

LOGROS Y DIFICULTADES DE LAS MUJERES EN SU LUCHA POR CONSTITUIRSE EN CIUDADANAS PLENAS







El ambiente que rodeó y siguió a los años 30 en el plano internacional, estuvo marcado por la guerra fría y en el plano nacional por el proceso de violencia sectaria entre liberales y conservadores. En este ambiente hostil se desarrollaron las luchas de las mujeres colombianas por sus derechos.

A iniciativa de Georgina Fletchter[1] y un grupo de mujeres, se le presentó al presidente Olaya Herrera la solicitud de transformar la legislación colombiana en lo relativo al derecho de la mujer para administrar sus bienes, que se llamó la ley sobre Régimen de Capitulaciones Matrimoniales, que fue presentada en diciembre de 1930 por Ofelia Uribe de Acosta, como una reforma constitucional que le daría a la mujer la posibilidad de ser ella quien administrara sus bienes y no su marido, hermano, padre o tutor. El escándalo fue inmenso y ocupó la prensa del país, presionando para que la ley no fuera aprobada. Ofelia Uribe de Acosta, narra en su libro Una voz insurgente las palabras del representante Muñoz Obando, bien dicientes de los ánimos y el pensar de la época:
…las mujeres colombianas están empeñadas en quebrar el cristal que las ampara y defiende. No saben que si este proyecto llegara a ser ley, quedarían a merced de todos los comerciantes inescrupulosos que se apoderarían de sus fortunas que son el patrimonio de sus hijos. ¿Qué podrían hacer sin el esposo, gerente de la sociedad conyugal, que es la inteligencia y el brazo fuerte sobre el cual descansa el patrimonio familiar? – ¡No queremos tutores…! Le gritábamos desde las barras-. ¡Pero los tendrán con su voluntad o sin ella…!, prosiguió el orador enfurecido[2]

Georgina Fletcher fue focalizada como líder del movimiento y por lo tanto perseguida y señalada. Muere nueve años más tarde, aislada y en extrema pobreza.

La iniciativa de Régimen de Capitulaciones Matrimoniales se volvió a presentar en 1932 y se concretó como la Ley 28 de ese año. Las mujeres que se habían movilizado durante tanto tiempo hasta conquistar este derecho, iniciaron una segunda lucha: el derecho por la educación y la cultura. Ganaron una nueva meta con la expedición del decreto No.1972 de 1933, que permitía el ingreso de las mujeres a la secundaria y la universidad. Así ingresaron las primeras mujeres a la formación profesional.

En 1936, siendo Alfonso López Pumarejo presidente, fue presionado por los grupos de mujeres organizados del país para presentar la reforma del artículo 8 del Acto Legislativo No.1 de 1936, mediante el cual las mujeres podrían ocupar cargos públicos que implicaran autoridad y jurisdicción. Hay que destacar el proceso de movilización, organización y la visión de las mujeres pioneras en este caso, como una lección para las mujeres de hoy: a pesar de los obstáculos, aislamiento y el cerco montado por los medios políticos y de comunicación que les cerraron las puertas por “feministas”, -lo que hacía más duro el trabajo-, ellas continuaron con una nueva meta: la consecución del voto femenino y la igualdad ciudadana. Viajaron por el país, sensibilizando y movilizando a las mujeres sobre el tema.

Ofelia Uribe de Acosta, santandereana, fue una de las pioneras del voto femenino: “Aspiro únicamente a que se abra para los dos sexos la posibilidad y la oportunidad de una dirección conjunta de los negocios públicos, ya que se ha comprobado que los varones solos no han sido capaces de construir el arquetipo de gobierno democrático para defender y embellecer la vida”. Escribió el libro Una voz insurgente, el periódico Agitación Femenina publicado entre 1944-1946 y emitió el programa La Hora Feminista por Radio Boyacá.

En este contexto, Lucila Rubio de Laverde, encabezó un memorial al gobierno exigiendo la ciudadanía de las mujeres. Desde Tunja le llegó al presidente López con más de 500 firmas, que nos demuestran que ésta no era una reivindicación de un pequeño grupo de mujeres de clase media y alta, como ha sido presentado por algunos periodistas de la época. El presidente López acogió esta reivindicación y presentó un proyecto de modificación a la Constitución que decía: “La calidad de ciudadano es condición previa, indispensable para elegir y ser elegido y para desempeñar empleos públicos que lleven anexos autoridad o jurisdicción. La mujer colombiana mayor de edad puede ser elegida, pero no puede votar sino cuando la ley orgánica haya reglamentado el sufragio femenino, con las restricciones que considere el legislador[3].

Esta propuesta agitó más intensamente el debate y oposición a la reforma. Son clásicos por su virulencia los artículos del periodista más conocido en el país, Calibán, quien decía que “de aprobarse esta reforma, sería el avance más insensato hacia la quiebra social, hacia la desorganización de la familia, hacia la ruina moral que vendrá”[4].
El proceso de construir alianzas entre mujeres para conseguir los derechos políticos, no fue fácil. Medófilo Medina, haciendo la historia de Mercedes Abadía, líder obrera, dice: “Ella se constituyó en la expresión más clara del entrelazamiento en el movimiento sindical, de las reivindicaciones obreras con los objetivos específicos de la lucha de las mujeres”[5]. Esta alianza se hizo realidad en la Conferencia Nacional Femenina, realizada en Bogotá en 1945; en este evento, como lo estudió Medina, se fundó la Federación Femenina Nacional, allí se plasmaron claramente dos vertientes: la obrera y la constituida por mujeres de clase media y alta que planteaban objetivos políticos; estas dos corrientes tenían visiones y relaciones diferentes con los partidos. Las obreras, con el Partido Socialista Democrático y las segundas con los partidos tradicionales. Trabajaron unidas hasta 1946, porque las convocaba un objetivo común: el derecho al voto. Sin embargo, la oposición del Partido Socialista a la candidatura presidencial de Jorge Eliécer Gaitán, que contaba con el apoyo de mujeres feministas que militaban en el partido liberal, las llevó al distanciamiento.







[1] Mujer española que residió en Bogotá durante la mayor parte de su vida, fue escritora, educadora y artista. Dedicó su vida a la defensa de los derechosciviles de las mujeres.

[2] Uribe de Acosta, Ofelia. Una voz insurgente. Ediciones Guadalupe, Bogotá, 1963.


[3] Jimeno, Gladys. Ponencia: Las semillas dan sus frutos. En Memoria de María Consuelo Niño. Bogotá, 3 de Julio de 1986, Fotocopia, pág.37.

[4] Periódico Una Voz Insurgente, 1944

![if !supportFootnotes]-->[5] Medina, Medófilo. Mercedes Abadía, el movimiento de las mujeres colombianas por el derecho al voto en los años 40. En: En Otras Palabras, No.7 Mujeres que escribieron el siglo XX, construcción del feminismo en Colombia. Santa Fé de Bogotá, Colombia, enero-julio 2000, pág. 21.

Las precursoras colombianas del feminismo







Apenas empezando el siglo XX, por ejemplo, María Rojas Tejada, quien había estudiado en el exterior y había ejercido la docencia en la Universidad de Georgetown, regresó a Colombia con el fin de promover la educación de la mujer, tarea poco fácil. Empezó en Yarumal (Antioquía) en donde fundó, en 1914, un Centro Cultural Femenino que fue muy mal visto. Se trasladó entonces a la pujante Medellín, pero fue expulsada de la Universidad y luego tuvo que dejar la ciudad por el cerco que le impuso el clero. No alcanzó a llegar a Manizales cuando columnistas de la prensa local pedían a la población no darle alojamiento ni trabajo pues su presencia era tomada como estímulo a la desmoralización social. Se fue luego a Pereira: fundó una escuela mixta y laica, tradujo artículos de feministas europeas y norteamericanas y publicó, entre 1916 y 1918, la revista Femeninas sobre los derechos de la mujer.

Los años veinte de este mismo siglo conocieron a la líder socialista María Cano, cuya voz y acción constituyeron una ruptura con la imagen y función subordinada de la mujer. María encabezó históricas jornadas por libertades políticas y derechos civiles y fue el símbolo de la organización y de la masiva movilización de los trabajadores.

Otras mujeres profundizaron esa ruptura. Debora Arango, por ejemplo, con la fuerza de sus pinturas de mujeres marginales y desnudos femeninos, desafió al establecimiento patriarcal(2)

Estas tres mujeres fueron resultado de una misma región, Antioquía, de cuyo dinamismo sacaron la fuerza de su rebeldía contra el conservadurismo tradicional. Pero muchas otras, regadas por toda la geografía nacional, fueron también expresión de una época y marcaron los años por venir.

Lo novedoso del período siguiente, desde los años treinta hasta fines de los cincuenta, es que en el contexto de la industrialización surgió en Colombia un movimiento de mujeres defensoras de los derechos civiles y políticos que constituyó la primera expresión del feminismo como lucha organizada. En efecto, en esos treinta años se crearon grupos de mujeres que diseñaron colectivamente sus estrategias de acción y construyeron sus propios periódicos, revistas y programas radiales. Dentro del movimiento se expresaron tanto corrientes conservadoras como tendencias renovadoras, no sólo del papel de la mujer sino de la condición de las mayorías marginadas. Además, varias de las líderes participaron en la lucha por la democracia y se manifestaron contra la incidencia del nazismo y del fascismo que por entonces causaban sus estragos en el mundo.(3)

Los años en que el movimiento se organizó, tuvo su auge y se agotó, coinciden con la hegemonía liberal de 1930 a 1946, con la "Violencia" (1947-1953) y con el comienzo, en 1957, del pacto liberal-conservador denominado Frente Nacional.(4)

La primera etapa, entre 1930 y 1943, es de toma de conciencia colectiva y de construcción de los primeros espacios feministas. La lucha fue entonces por el derecho de la mujer a administrar los bienes, por su independencia económica dentro del matrimonio, por el acceso a la educación secundaria y universitaria, así como a los cargos públicos. Diversas mujeres publicaron, desde 1929, en Medellín, la revista Letras y Encajes, que sería expresión del sector más conservador del movimiento. En Bucaramanga, se editó, entre 1941 y 1942, la revista mixta Aurora. Algunas escribieron en El Tiempo, periódico bogotano de circulación nacional o en la "página femenina" de El Radical de Tunja. Entre las mujeres que se destacaron en este período se encuentran Ofelia Uribe, Clotilde García y Georgina Fletcher. Esta ultima organizó, en 1930, el Centro de Cultura Femenina y logró, con gestiones ante embajadas y ante el presidente de Colombia, que el IV Congreso Internacional Femenino se realizara en Bogotá ese mismo año. Fueron varios los logros alcanzados en este período. En 1932, se obtuvo el primer reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho mediante la Ley 28, que aprobaba las Capitulaciones Matrimoniales. La reforma constitucional de 1936 consagró el acceso a cargos públicos aunque aún no se contaba con la ciudadanía ni con el voto.

La segunda etapa, la de la lucha por el voto, se desarrolló entre 1944 y 1948 y constituyó el auge del movimiento. Esta vez en tanto sufragistas pusieron en cuestión la ausencia de su voz, de su voto y de su condición de ciudadanas. Para reclamar su participación en la vida política, presionaron desde las barras de la Cámara e hicieron giras educativas por todo el territorio colombiano. Surgieron diversas organizaciones y se realizaron dos Congresos Nacionales Femeninos, el primero de los cuales tuvo lugar en 1945; la Unión Femenina de Colombia, dirigida por Rosa María Moreno e Hilda Carriazo, quien organizó el programa radial La Tribuna Liberal Femenina; el Comité Socialista Femenino de Moniquira (Boyacá), coordinado por Mercedes Abadía; la Alianza Femenina del Valle, impulsada por Anita Mazuera; y la Acción Feminista Nacional. La líder de este último grupo, Lucila Rubio, constituyó el enlace con organizaciones como la Alianza Internacional Sufragista, la Liga Pro Paz y Libertad y la Comisión de Mujeres. (5) Igualmente, se crearon órganos de expresión propios como la revista Agitación Femenina, dirigida por Ofelia Uribe, y que salió todos los meses durante dos años a partir de octubre de 1944. También circuló la revista Mireya, dirigida por Josefina Canal.(6)

La tercera etapa, comprendida entre 1949 y 1957, se corresponde con la época de la "Violencia" y aún así varias mujeres se hicieron escuchar. Ofelia Uribe, por ejemplo, fundó el semanario La Verdad, que salió en Bogotá entre el 17 de febrero y el 18 de agosto de 1955. El periódico tuvo que enfrentar diversas presiones en su contra, las cuales se extendieron a sus vendedores y distribuidores y finalmente fue reprimido cuando denunciaba el cierre de El Tiempo. En 1954 se logró el derecho a voto para las mujeres pero, dado que el país se encontraba bajo la dictadura del general Rojas Pinilla, no se pudo ejercer sino hasta 1957, cuando se ratificó el Frente Nacional mediante un plebiscito. Esta lucha abierta por las sufragistas fue un paso inicial. El feminismo resurgirá entonces en los años 70 y recuperará su pasado. Pero ahora no sólo busca la igualdad y los derechos políticos sino que cuestiona al patriarcado y reclama el derecho a la diferencia.











Notas (1) Tres estudios son pioneros en el rescate de la historia de las precursoras del feminismo: Gladys Jimeno, Las Luchas de las Mujeres por sus derechos en el Siglo XX en Colombia, ponencia presentada a un seminario del Instituto Sindical María Cano, 1981; Luz Jaramillo, Anotaciones sobre la doble militancia: feminismo y organizaciones partidarias, en Magdalena León (ed.), La realidad colombiana. Debate sobre la mujer en América Latina y el Caribe, p.176- 189; Patricia Alvear, Elementos para una historia social y política de la mujer colombiana, trabajo para optar al título de socióloga, U.N., agosto de 1983. (2) M.C. Laverde, Una pintora proscrita, en María Cristina Laverde y Luz Helena Sánchez (eds.), Voces Insurgentes, Fundación Universidad Central y Servicio Colombiano de Comunicación Social, 1986, p.69-88. (3) Lucila Rubio de Laverde, Las mujeres debemos impedir la guerra, Ideales feministas, Ed. Nuevo Mundo, Bogotá, 1950, p.77-107. (4) Así lo demuestra Lola Luna, quien establece la periodización que utilizaré, Los movimientos de mujeres: feminismo y feminidad en Colombia (1930-1943), Boletín Americanista, Universidad de Barcelona, Nº35, Año XXVII, 1985, p. 169-190. (5) Magdala Velásquez, Condición Jurídica y Social de la mujer, Nueva Historia de Colombia, IV, Planeta, 1989, p.45. (6) Magdala Velásquez, Aspectos históricos de la condición sexual de la mujer en Colombia, en Laverde y Sánchez, op.cit, p.201.

Panorama de la Mujer en Nuestro País


Según las cifras del DANE, la tasa de desempleo en nuestro país con respecto al género representa una alza significativa, especialmente, para la mujer, sólo en el tercer trimestre del 2006, la cifra con respecto a género ascendía de la siguiente manera: 16.8% mujeres, 9.7% hombres, cifra preocupante que muestra las dificultades con las cuales cuenta la mujer para acceder al empleo, de la misma manera se evidencian cifras preocupantes como la de ocupación la cual para los hombres se ubica en el 63% y las mujeres tan sólo llega a niveles del 38%, la contundencia que tiene esta problemática, se reafirma con la totalidad de población ocupada por sexo, la cual asciende en 10.382.000 en los hombres y en las mujeres se sitúa en 7.227.000[1] lo cual evidencia la marcada desigualdad existente en virtud del género que se observa en estas cifras.





Para contribuir a la eliminación de estas formas de discriminación, nuestro a ratificado dos tratados de la OIT, que hacen referencia a la eliminación de todas las formas de discriminación y sobre la igualdad de remuneración, dentro de los objetivos de la primera de ellas se encuentra:





§ La discriminación comprende: cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en motivos, de raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo u ocupación.



Si bien los niveles de discriminación en nuestro país han disminuido, aún cuentan con unas cifras elevadas, un importante avance se dio con respecto a la participación de la mujer en el mercado laboral, ya que se paso de tener en 1985 un porcentaje del 36% en 1982 a un 48% en 1995, y un 54% en el año 2005.


Día de la Mujer La Verdadera Historia


En la historia la conmemoración del 8 de marzo se vincula, erróneamente, al incendio ocurrido el citado día del año 1908 en una fábrica textil de Nueva York, provocado por el propio empresario ante las obreras declaradas en huelga y encerradas en el inmueble.

Las referencias sobre el origen de la celebración del 8 de marzo que se basan en el incendio de la fábrica en Nueva York o en la manifestación de las trabajadoras son falsas debido a la manipulación de querer silenciar el verdadero origen de esta festividad.
En relación al incendio, basta con mirar el calendario para hacer tambalear esta teoría. El 8 de marzo de 1908 era domingo, un día un tanto extraño para declararse en huelga sin perjudicar al empresario.
Sí hubo un incendio en la fábrica la "Triangle Shirtwaist Company" donde murieron muchas mujeres, la mayoría inmigrantes entre los 17 y 24 años, pero no fue el 8 de marzo de 1908 sino el 25 de marzo de 1911, dos días antes a la primera celebración del Día Internacional de la Mujer.
En relación a la manifestación, aunque esta manifestación tuvo lugar, no fue ni el 8 de marzo de 1857, ni el 8 de marzo de 1908 como se suele referenciar. Fue el 27 de septiembre de 1909 cuando los/las empleado/as del textil hicieron una huelga de trece semanas (hasta el 15 de febrero de 1910) en demanda de mejoras laborales, pero este acontecimiento tampoco es el origen de la celebración del 8 de marzo.

Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, escrito por Ana Isabel Gonzales dicen que la decisión de convertir esta celebración en una festividad internacional corrió a cargo de Clara Zetkin (1857-1933), líder del movimiento alemán de mujeres socialistas. Pero la propuesta presentada por Clara Zetkin en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, no era del todo original. Tenía un antecedente en el que inspirarse, el Women's Day que las socialistas estadounidenses llevaban celebrando desde 1908, cuya finalidad era la reivindicación del derecho al voto para las mujeres. El Partido Socialista Americano designó el último domingo del mes de febrero, día 28 de 1909, como Woman's Day, para reivindicar el derecho de las mujeres al sufragio. Hasta el 1920 no fue aprobada la Decimonovena Enmienda de la Constitución Estadounidense por la que se otorgaba a las mujeres el derecho al sufragio.

El Día Internacional de la Mujer, que tiene sus orígenes indiscutiblemente en el movimiento internacional de mujeres socialistas de finales del siglo XIX, tenía como finalidad exclusiva promover la lucha por el derecho al voto.

La primera celebración del Día Internacional de la Mujer se produjo el 19 de marzo de 1911, y fue seguida en Austria, Alemania, Dinamarca y Suecia. Después se empezó a celebrar en distintas fechas dependiendo del país y en 1914 se propuso la unificación de esta fecha por parte de las trabajadoras alemanas.

Naciones Unidas, con ocasión de la celebración en 1975 del Año Internacional de la Mujer, ofreció una versión de los hechos que habían conducido al nacimiento del Día Internacional de la Mujer. Según Ana Isabel Álvarez, es muy interesante resaltar que en ese breve informe se silencian de manera absoluta los sucesos vividos en Rusia en 1917 que precisamente fueron los que harían del 8 de marzo el día elegido para celebrar el Día Internacional de la Mujer:

"El Día Internacional de la Mujer fue propuesto por primera vez por Clara Zetkin, una representante de la Conferencia de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910. Cuando se celebró el primer Día Internacional de la Mujer en 1911, más de un millón de mujeres participó públicamente en él. Además del derecho a voto y a ocupar cargos públicos, demandaban el derecho a trabajar, a la enseñanza vocacional y el fin de la discriminación en el trabajo". (Declarado por la Asamblea General de Naciones Unidas).

[1] ANA ISABEL ÁLVAREZ GONZÁLEZ(1999) Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945. KRK-Ediciones: Oviedo.

Feminismo, Primeros Movimientos


La Ilustración época donde se empezaba a deslumbrar el ideal de la igualdad, y la Revolución Industrial que originó grandes cambios políticos y sociales, proporcionaron un ambiente favorable a finales del siglo XVIII y principios del XIX para la aparición del feminismo y otros movimientos reformadores. En la Francia, los clubes de mujeres republicanas pedían que los tres ideales de la época (libertad, igualdad y fraternidad) se aplicasen por igual a los hombres que a las mujeres. El primer acto feminista fue llevado a cabo por la francesa Olimpia de Gouges, quien parafraseó en 1791 la "Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano", designándole el nombre "Declaración de los Derechos de la mujer y de la Ciudadana”. Pero la aprobación del Código Napoleónico, basado en la legislación romana, restringía en Europa cualquier posibilidad reivindicativa en ese sentido.

El movimiento feminista culminó en Gran Bretaña con la obra "Vindicación de los Derechos de la mujer" cuya autora era Mary Wollstonecraft, donde se reivindicaba el acceso a la educación; una educación semejante a la de los hombres. Wollstonecraft pensaba que el recibir una educación similar a la del hombre la acercaría a desarrollar su propia independencia económica accediendo a actividades remuneradas y así superar la subordinación femenina; posteriormente John Stuart Mill influido por su mujer escribió en 1869 "El sometimiento de la mujer".

El feminismo norteamericano surgió gracias a las favorables condiciones sociopolíticas de la época; nació ligado a los movimientos protestantes de reforma religiosa; la mujer se concienció que su situación era análoga a la de los esclavos. El primer documento escrito con carácter feminista fue la "Declaración de Seneca Falls" en el que se denunciaban los improperios sufridos por la mujer a lo largo de la historia, entre ellas, el derecho de voto a los esclavos liberados desconsiderando el sufragio femenino.

Mujeres como Elisabeth Candy Stanton y Susan B. Anthony reaccionaron contra este hecho creando la National Woman Suffrage Association (2º mitad del siglo XIX).